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No invisible del todo

Nathalie Handal entrevista a Mark Strand.

El 15 de abril del 2012 fue publicada en la revista Guernica Magazine esta entrevista.  Strand es autor de 12 libros de poemas, incluyendo Man and Camel (2006), Dark Harbor (1993), The Continuous Life (1990), The Story of Our Lives (1973), Reasons for Moving (1968), y Blizzard of One (1998), que ganó el premio Pulitzer. Ha publicado dos libros de prosa, tres libros para niños, varios libros de traducciones realizadas y monografías de artistas como William Bailey y Edward Hopper. Ha editado también numerosas antologías.

La traducción la realiza Julio C. Palencia con la idea de compartir las impresiones y pensamientos de uno de los poetas vivos más importantes en el idioma inglés.

Guernica: Has dicho que debido a tus muchos cambios en la niñez, provienes de ningún lado. Ahora mismo te preparas para una reubicación. ¿Por qué ahora y por qué Madrid?

Mark Strand:  En realidad no estoy seguro. Es decir, no estoy seguro del porqué ahora. Sí sé porqué me voy a Madrid… porque conocí a una mujer de la cual estoy enamorado y hemos decidido vivir juntos y ella es española. Eso deja fuera París, Moscú, Beijing, Sidney y otros muchos lugares. Me parece razonable vivir en Madrid. Ella conoce a mucha gente allí y pudimos conseguir un bello apartamento en el centro de Madrid en una calle tranquila.

Quería dejar Nueva York. No siento que sea allí tan productivo como podría serlo en algún otro lugar. Nueva York es una ciudad agresiva –uno lleva allí una vida reactiva mucho más que, digamos, una vida de meditación. Es muy difícil que te aisles o te separes en Nueva York. Además, no quería dar clases por siempre y pensé que debía retirarme. Es por eso que enamorarme, retirarme, estar cansado de Nueva York, todo conspiró por la posibilidad de Madrid.

Guernica: No esperaba amor –es inspirador.

Mark Strand: Permíteme contarte, existen distintos tipos de amor.  Ya no soy el adolescente que tiene 15 años o incluso el hombre de 30 enamorado. En esos días nunca hubiera dicho que me había enamorado, pero ahora, qué diablos.  Suena como una revelación romántica, pero lo he dado a conocer.

Guernica: Habiendo pasado el verano en St. Margaret (cerca de Halifax), has dicho que es el paisaje el que te has llevado contigo. ¿Por qué este paisaje en particular tuvo un impacto tan significativo en ti?

Mark Strand: Es el paisaje que experimenté siendo muy joven. Era el paisaje más seguro en el que nos movíamos a menudo, todos nuevos veranos los pasábamos en Nueva Escocia. Se insertó en mi espíritu. Se convirtió en el decorado de mi imaginación. Fue reemplazado cuando me cambié a Utah (1981-1994; un año de descanso en Washington, D.C.) en las montañas. Pero en realidad no se va nunca y en realidad nunca fue el paisaje o la orilla de mar de Nueva Escocia. Es algún tipo de compuesto que he construido. Es un paisaje compuesto. Hay elementos de Nueva Escocia pero no es Nueva Escocia. Yo no soy periodista, por lo que no tengo obligación de ser fiel a la manera como luce ese lugar o incluso como sentía el lugar. Estoy mucho más interesado en construir un poema y usar elementos de los paisajes donde he estado.

Guernica: ¿Se manifiesta este paisaje de manera distinta en ti ahora?

Mark Strand: Yo no soy un poeta de la naturaleza. Todo es bastante genérico –montañas, árboles, agua, sol, luna, piedra, hierba. No entro en detalles. Estoy más interesado en posicionar la acción en la prosa o el poema que en evocar un lugar en particular.

Cuando yo era más joven, sentía que si no publicaba no existía. Sentía que si no tenía esa exposición pública, estaba arriesgándome de cierta manera

Guernica: Después de dedicar toda la vida a este oficio, ¿ahora dices que ya no escribes más poesía? ¿Por qué?

Mark Strand: Sí, lo he dicho, y me temo que lo he dicho ya varias veces. Me cansé de ella. Me agota. Necesito tiempo para recuperar mis energías.  No soy una máquina de escribir poesía. No es un reflejo. No es algo automático para mí. Debo sentir que estoy en el mundo. Después decir que al finalizar Man and Camel me sentí agotado. Siento que me desgasto y eso me sucede periódicamente, lo que me hace pensar que no soy un poeta natural. Algunas personas escriben y escriben y parece que nunca se agotan sus ideas, o energía o su deseo. Escribo pocos poemas. Trabajo muy duro en ellos y me toma algún tiempo terminar un poema. Hago varios borradores, algunas veces treinta o cuarenta. No le tengo confianza a mi primer o segundo o tercer borrador. Quizá es un poco dramático decir que me desgasto. Pienso que mi interés cambia de dirección.

Devine menos interesado en mis poemas. Algunas veces pienso que estoy ya repitiéndome y que es tiempo de detenerme y hacer algo más. Lo que he hecho antes es tomar lapsos enormes , como en 1980-1990 –aunque en 1985 empecé nuevamente a escribir poemas. Sin embargo, durante esos años escribí un libro de cuentos, muchos artículos para revistas, tres libros para niños, tres libros de arte –el libro Hopper, un libro sobre William Bailey, un libro llamado Arte de lo Real sobre la primera generación de pintores figurativos americanos después del Expresionismo Abstracto. Estaba ocupado. Rompí el hechizo de no escribir poemas y regresé nuevamente a la poesía cuando leí la traducción majestuosa de La Iliada realizada por Robert Fitzgerald. Me sentí inspirado, por decir lo menos. Empecé a escribir de inmediato.

Guernica: A veces has dicho que tu identidad es ser fiel a escribir y ser escritor, que es lo que te mantiene con vida, que te perderías –que amas a la poesía tanto como a ti mismo.

Mark Strand: Pienso que eso sucede cuando eres más joven. Cuando yo era más joven, sentía que si no publicaba no existía. Sentía que si no tenía esa exposición pública, estaba arriesgándome de cierta manera. No siento ya de esa manera. He dejado de sentir de esa manera en los últimos veinte o veinticinco años. Siempre es alegre publicar un libro. Sin embargo, yo publico en revistas. Lo hago porque es realmente un hábito. No conservo las revistas. Seguro no se sentirán contentos de leer esta entrevista los editores, si alguna vez lo hacen. Algunas veces las leo y nunca las releo.

Guernica: Tengo curiosidad por ver lo que escribirás cuando estés en Madrid.

Mark Strand: Sé que finalizaré una autobiografía allí. He trabajado en ella por más de dos años y la retomaré. Almost Invisible (Casi Invisible) de repente se insertó a sí mismo y reclamó mi atención, aunque lo escribí rápido –en ocho meses– lo cual es algo poco común en mí. Dejé de pensar en la biografía, y también inicié a hacer collages, hice muchos de ellos. Es como un regreso a la infancia. Hago mi papel con la ayuda de un fabricante de papel y le doy color de la manera que quiero, y controlo su grueso y peso. Entonces empiezo a jugar, lo rasgo y lo corto y lo acomodo en piezas en estos pequeños collages. Los coloco en una caja. La mayoría están ahora en Madrid –no sé que sucederá con ellos, aunque mi editor francés, Vif Éditions, está haciendo un libro con veinte de ellos. Son una editorial pequeña pero hacen libros hermosos. Ellos publican también mi poesía y mi libro Hopper en gran formato, tamaño de libro de arte –y este pequeño libro de mis collages para el cual he escrito una entrevista conmigo mismo.

Guernica: este regreso a la infancia del cual hablas me recuerda de algo que dijiste: «Alejarse del lugar hacia donde te dirigías». En 192 Books, y de nuevo en Blue Angel Reading Series, dices que has tropezado con la poesía. Quizá finalmente estás listo para ser pintor –quizá no tenías esa visión en aquel entonces, como lo mencionaste, pero tienes esa visión ahora.

La obra se individualiza no por su contenido sino por el estilo. Es el estilo el que afinas y eso es la voz del poeta. Es el estilo en una pintura que uno experimenta. La manera en que el artista se apodera de su tema. Estilo es contenido.

Mark Strand: Tropecé con la poesía, aunque es bastante dramático decir que tropecé. Siempre pensé que sería un pintor, pintaba cuando era un niño. Me quedaba en mi cuarto para pintar a mis trece o catorce años. Tenía algún talento a esa edad. Digo, no era Picasso. Pero tenía talento. Generalmente consideré que las artes visuales serían parte de mi futuro. Pero la realidad es que, cuando fui a  la escuela de arte, había allí gente mucho más talentosa que yo. Y mucho más madura. De repente, sentí que quizá no estaba destinado para ser pintor. Además, leía poesía. Me gustaba. Y pensé que intentaría escribir poesía, y empecé a escribir poemas en la escuela de arte.

Hice poco cuando estaba en la universidad y me sentía desalentado como para seguir. Aunque yo tenía un profesor maravilloso — Nolan Miller– que me animaba. Empecé a escribir poemas, y continué, y empecé a publicar, y una cosa lleva a otra –vinieron los libros, los poemas fueron publicados. Nunca pensé ser artista, aunque me entretuve haciendo collages –me engañé continuamente pero son distintos de los que hago ahora.

Guernica: ¿Cuál es la diferencia?

Mark Strand: Había mucho paisajismo. Usaba recortes de revistas y papel de color. Lo que hago hoy es totalmente distinto. Mis collages tratan ahora de parecer como pinturas pequeñas. Y sí, lucen como pinturas. Sí, estoy regresando a lo que pensé que sería en mis primeros años. Aunque pienso que cuando abandoné la pintura tenía una muy limitada imaginación visual. Puedo notar ahora con el paso de los años que sin mucha práctica o presión eso se ha desarrollado. Y no me siento privado de ideas cuando estoy en un collage. Por supuesto, mis collages son muy abstractos y deliberadamente evito la sugerencia de algún contenido en ellos. No recojo boletos de bus, horarios de tren, periódicos de la basura para darles nueva vida como obra de arte. Yo sólo utilizo papeles que pienso se ven bien cuando los rompo y los coloco cerca de otras piezas de papel.

No me molestaría ser canadiense, pero creo que es un poco tarde para ello.

Muchos collages, los collages alemanes de Hannah Höch y Raoul Hausmann tenían una intención completamente política. Y digamos, los collages de Kurt Schwitters, muy influenciados por la pintura cubista y también hechos a partir de cosas prefabricadas –boletos de autobús, pedazos coloreados de documentos. Sin embargo, no sé de nadie que fabrique papel para usar en collages por lo que siento que hago ligeramente distinto. Quizá los collages más interesantes fueron los hechos por Max Ernst. Cuando la gente hace collages hoy está en la línea de la tradición de Max Ernst –recortes, figuras, fotos, colocadas en lugares inesperados, bellezas en traje de baño sobre un témpano de hielo en el Polo Norte y cabalgando sobre un oso polar. Yo no hago eso. Yo sólo coloco papel con la esperanza de lograr un buen arreglo. Es algo muy modesto. No compito con nadie. Cuando escribía poesía hace años, quería ser reconocido como un excelente poeta. Era ambicioso, pienso que dejé de serlo después de unos años. Creo que la carencia de ambición me permitió dejarlo. No siento que me esté perdiendo de algo al no ser publicado.

Guernica: Quizá sólo signifique que te das cierta libertad –no sabes a donde vas y lo que vas a hacer. Dices, «Yo escribo sobre lo que veo», y quizá ahora estás colocando en collages lo que has escrito.

Mark Strand: Quizá. Pienso que mis poemas sí tienen contenido. Es imposible evitar el contenido cuando escribes. Pero mis collages no –ellos funcionan como objetos que se contienen o no.

Guernica: ¿Existe algo que la pintura pueda hacer que no pueda la poesía y viceversa?

Mark Strand: Al pintor le gustaría que su identidad resida en la obra y al poeta le gustaría que resida en el poema –no es de lo que escribas, es la forma en que lo escribes. El estilo es identidad. Hay muchos paisajes, muchas pinturas de árboles. Los árboles de Constable son distintos de los de Corot o los árboles de Milton Avery. La voz de Robert Frost es diferente de la voz de Wallace Stevens o Jorie Graham o Robert Pinsky o Charles Simic o Charles Wright. La obra se individualiza no por su contenido sino por el estilo. Es el estilo el que afinas y eso es la voz del poeta. Es el estilo en una pintura que uno experimenta. La manera en que el artista se apodera de su tema. Estilo es contenido.

Guernica: Quiero hablar de la palabra oscuro o sombrío (dark), a menudo presentes en su obra, incluyendo esta colección. Me siento intrigada sobre la forma en que la usas cuando escribes. «Ya no escribo, lo sombrío es mi libertad y mi felicidad.» ¿Podrías abundar en esto un poco?

Mark Strand: Eso se encuentra en una de mis prosas. «A Letter from Tegucigalpa» (Una Carta des Tegucigalpa). De alguna manera,  oscuro u oscuridad ha sido mi libertad porque es allí donde proyecto lo que quiero. Puedo crear cualquier arreglo de luz que me satisfaga. Pero siempre inicio desde cero en la oscuridad. O cuando escribo, inicio una hoja de papel en blanco. Blanco y negro son intercambiables en ese aspecto. Puedes llenar la oscuridad con luz o llenar la luz con lo oscuro, con el color o el pigmento de tus palabras. Las luces están fuera de mi cabeza hasta que tengo una idea –que tiene todo lo oscuro en ella.

Guernica: Durante mucho tiempo no sabías lo que era prosa poética, pero escribías lo que llamabas «prosas». Decías que era un escape de la poesía. ¿Podrías explicar más?

Mark Strand: Yo pensaba que sabía lo que era prosa poética por años y años. Era simplemente prosa que tenía la integridad de un poema, es decir, que parecía ser un todo único. Eran pequeñas prosas. Cada palabra tenía una gravedad diferente y específica de las que tienen las palabras en prosa pura y sola. Tenían de alguna manera el peso de las palabras en un poema. Y eso es cierto para la prosa que algunas personas llaman prosa poética. Sólo trataba de definir algo para mí mismo. No siento que en mi nueva prosa las palabras tengan ese tipo de peso. Creo que este libro es esencialmente un libro light.

No siento la presión en esas prosas que sentirías en un poema. No sientes tantas correspondencias en una palabra individual. Creo que puedes sentir su escritura pero no la solidez o el peso de un poema. Y cuando digo escapar de la poesía, quiero decir la preocupación que un poeta tiene sobre sus líneas, los ajustes que se hacen para medir si uno usa  el metro o la rima o las consideraciones sintácticas que experimentas al escribir poesía. En prosa, en lo esencial escribes oraciones, eso es lo que hago. Cada una de mis prosas es un párrafo. No escribo estrofas. No estoy diciendo si este poema de veinticuatro líneas debiera ser de seis estrofas de cuatro líneas o cuatro de seis líneas. No me preocupo de las mismas cosas. Y puedo ser gracioso.

Guernica: Precisamente te iba a preguntar el papel que el humor ha jugado en este libro.

Mark Strand: A menudo pensé que era una persona graciosa, que tenía sentido del humor. Pero realmente no lo sabes. Pienso que en algunos de mis poemas recientes podría serlo. La mayoría de las personas experimentan su melancolía o pesimismo. Bien, creo que igual les pasa con mi prosa. Hay cierto tipo de melancolía pero creo que eso me excita, me inspira. Pero no me siento así en mi vida real. Me siento confiado sobre prácticamente todo, excepto la situación política en Europa Occidental, África, Estados Unidos y Sudamérica.

Guernica: En relación a la situación política –fuiste un Poeta Laureado en 1990-1991 al inicio de la Guerra del Golfo, mucho ha cambiado…

Mark Strand: Realmente no  ha cambiado mucho.

Guernica: ¿No crees que estos eventos políticos han cambiado a los americanos o al paisaje literario de los Estados Unidos?

Mark Strand: Hablando de poesía, no lo sé, ya que no estoy al tanto. No leo mucha poesía. Leo poesía de amigos míos que son muy buenos poetas o poemas de mis estudiantes o poetas que mis estudiantes sugieren que debería de leer. No soy un buen lector de poemas. Si leyera poesía, regresaría a los poetas viejos. De cualquier manera, tampoco lo hago frecuentemente.

Guernica: ¿Qué lees en este momento?

Mark Strand: Estoy leyendo un libro de nombre Love Stories (Everyman’s Library)— cuentos de F. Scott Fitzgerald, Katherine Mansfield, Vladimir Nabokov, D.H. Lawrence— un buen cuento de nombre “The Horse-Dealer’s Daughters.” Terminé hace poco de leer la segunda novela de Anne Michaels.

Guernica: ¿Algún autor extranjero?

Mark Strand: Recientemente leí algunas novelas de Mario Vargas Llosa. Leí la traducción de Don Quijote realizada por Edith Grossman, y las novelas de Javier Marías. Siempre releo a Franz Kafka, Samuel Beckett, Tommaso Landolfi, Italo Calvino, Dino Buzzati.

Guernica: ¿A cuantos idioma se tradujo Almost Invisible?

Mark Strand: Italiano, francés, alemán –pero no tengo ya un editor alemán–, holandés. Hebreo, español en España y Sudamérica –traducido por la poeta venezolana Beverly Rego. Ella es muy amable.

Te confrontas a ti mismo cuando lees poemas, te llevan hacia adentro de ti, no te proyectan hacia afuera. Creo que la gente quiere escapar de sí misma. No quieren tomarse ese trabajo. Quieren algo que los entretenga. La poesía es un tipo de entretenimiento, pero de tipo distinto, te hace meditar.

Guernica: ¿Por qué no cultivaste el idioma francés? Esta fue tu lengua materna.

Mark Strand: Fui perseguido cuando llegué de niño a este país debido a que hablaba francés. Juré nunca hablar francés de nuevo. No lo hice conscientemente pero algo en mí decidió que yo iba a ser americano y hablaría inglés. Probablemente aún lo encuentres en algún lugar de mí.

Guernica: ¿Nunca te sentiste tentado a regresar, incluso como adulto?

Mark Strand: Creo que el niño es aún muy poderoso. Tiránico.

Guernica: ¿Nunca te sentiste canadiense?

Mark Strand: En Europa, ellos me consideran un poeta canadiense que vive en los Estados Unidos. Yo no me considero canadiense y los canadienses no me consideran un poeta canadiense. No me molestaría ser canadiense, pero creo que es un poco tarde para ello.

Guernica: ¿No tienes un pasaporte canadiense?

Mark Strand: Casi consigo uno pero luego decidí que mejor no. Pero quizá tendré uno español.

Guernica: Parece que vas en esa dirección (risas). Estoy de acuerdo contigo cuando dices que dedicamos mucho tiempo a entender nuestra vida pero no tenemos paciencia con la poesía. Le debemos dar tiempo a la poesía. ¿Qué debería cambiar para permitir que haya más poesía en nuestras vidas?

Mark Strand: No lo sé ya que las reivindicaciones en nuestro tiempo se hacen más numerosas y más agresivas. La gente siempre está en su teléfono celular, enviando mensajes de texto; realmente no tienen tiempo para ellos. No tengo una solución.

Guernica: Pero es una actividad humana esencial, como tú lo has dicho… ¿Continuaremos escribiendo y enseñando poesía?

Mark Strand: La gente escapa hacia otras cosas; no escapan hacia la poesía. Te confrontas a ti mismo cuando lees poemas, te llevan hacia adentro de ti, no te proyectan hacia afuera. Creo que la gente quiere escapar de sí misma. No quieren tomarse ese trabajo. Quieren algo que los entretenga. La poesía es un tipo de entretenimiento, pero de tipo distinto, te hace meditar.

Guernica:  Estar quieto es importante para ti –especialmente cuando escribes. ¿Es lo mismo cuando pintas o haces tus collages? ¿Hay alguna diferencia entre silencio y ausencia de sonido?

Mark Strand: Creo que ambos son lo mismo para mí. No me he tomado la molestia de buscar una distinción entre ellos. Diría que la ausencia de sonido es mucho más severa que el silencio. Sin sonido es cuando el ruido ha sido extraído de una habitación –es como el vacío. Y el silencio es simplemente tranquilidad, puede haber sonido pero no es un intruso. Aunque, silencio significa ausencia de sonido… Cuando trabajo en collages, estoy en un cuarto tranquilo. Podría escuchar música. Lo intentaré.. y veré qué pasa. Pero cuando hay música, me distrae. De igual manera que oír voces distrae, trabajo mejor cuando no hay ruido, no hay sonido. Ausencia de sonido. Silencio. Sí, son lo mismo.

Guernica: Me interesa tu noción de belleza…

Mark Strand: No tengo una definición de belleza. Creo que cuando escribo o hago collages, son, de alguna manera, lo que considero bello o tan cercano a la belleza como soy capaz. Es muy difícil hablar de belleza. No creo que nadie hable sobre la belleza de manera satisfactoria. Puedes hablar sobre lo qué no es, como lo hizo Kant. Pero de lo que es, no estoy seguro. Cuando la veo, sé que allí está. Cuando la escucho, lo sé. Cuando la leo, lo sé. Pero no tengo una definición para ella. Es algo que experimentas pero que no conoces.

Guernica: Y siendo tan nómada, ¿dónde consideras tu hogar?

Mark Strand: En cualquier lugar donde esté la estufa.

Guernica: En el proceso de cambiarte a Madrid, ¿has descubierto algo nuevo sobre ti mismo?

Mark Strand: No, es demasiado tarde… No es un descubrimiento pero estoy listo para esta oportunidad. Sentía que caminaba las mismas calles, empezando a pensar lo mismo siempre. Mi vida se convirtió en una convención en sí misma. Pensé que sería bueno sacudirla un poco. Vivir en otro idioma, en otra ciudad, vivir de manera distinta. Podría pasar por los movimientos de ser Mark Strand en Nueva York y no estar realmente interesado en mi vida –sólo sobrellevarla. Pero el cambio me ha hecho mucho más interesado en mi experiencia. Realmente veo a mi alrededor cuando estoy en Madrid. Quiero estudiar el sistema del metro. Quiero mejorar mi español. Dejaré un poco el baloncesto para convertirme en un aficionado al fútbol.

Guernica: Regresando a Almost Invisible, cuando relees los poemas, ¿hay algún poema en particular que te llama más la atención y por qué?

Mark Strand: Uno que creo que es muy bueno y divertido es:  “Those Little Legs and Awful Hands.” Parece que funciona. El libro me parece bastante liviano. Quizá eso sea realmente lo que yo soy, un peso ligero. Creo que el libro es entretenido. Mi imaginación se mantiene viva en él.

Guernica: En tu libro ganador del Pulitzer Blizzard of One You se encuentra el poema “I Will Love the Twenty-first Century.” ¿Cómo te va con eso hasta el momento?

Mark Strand: Eso fue antes del Siglo xxi. Va muy bien. No viviré para ver el Siglo xxii pero tú tampoco lo harás.

Guernica: Decías medio en broma hace algunas noches, «Siempre trato de ser casi invisible». ¿Es debido a que Mark Strand es demasiado visible o no es lo suficientemente visible?

Mark Strand: El deseo de una persona alta es ser pequeña… No, eso es demasiado pulcro. A medida que envejeces, te vuelves menos presente. Sientes que el mundo se encuentra bastante bien sin ti. Y eso no me molesta.

Entrevista original aquí.

 

Julio C. Palencia
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