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Jimmy y sus narcoganaderos

Ricardo Barrientos 

Los apoyos se le están agotando a Jimmy Morales. En la desesperación empieza a recurrir hasta al crimen organizado.

Jimmy Morales se está quedando solo. Cada vez menos de sus colaboradores quieren continuar expuestos a la vergüenza de ser considerados parte de su círculo cercano, pro corrupción e impunidad. Menos y menos quieren compartir la responsabilidad de los desatinos que Morales está cometiendo con más y más frecuencia. Aferrado con toda ilegitimidad al cargo de presidente de la república, Morales está cada vez más expuesto a las fechorías de aduladores, rastreros y verdaderos criminales.

Prueba inequívoca de que esta es la descripción de la realidad es la vergonzosa reaparición pública de Morales el sábado 23 de septiembre. Los grupos de ganaderos de Los Amates, Izabal, más famosos por sus posibles vínculos con el narcotráfico y por su tradicional y descarado historial de evasión de impuestos, y no por ser empresarios respetables que un presidente de la república decente buscaría, organizaron una muestra de cuán rastreros y serviles pueden ser. Y Jimmy Morales demostró hasta dónde su tontería y torpeza pueden llegar.

En una democracia madura y funcional, los discursos maniqueos sobre la necesidad de expulsar a los izquierdistas del Gobierno y la torpe agresión directa y personal contra el superintendente de Administración Tributaria, Francisco Solórzano Foppa, debiesen resultar inconcebibles y a todas luces inaceptables, igual que el hecho de que el presidente de la república fraternice con un grupo evasor de impuestos, posiblemente vinculado al narcotráfico y a otras formas de crimen organizado, que se atreve a pedir a gritos la remoción del responsable de la administración tributaria. Con esa acción Morales se demostró aliado y cómplice de grupos criminales.

Por si semejante bochorno público no fuese suficiente para extirpar a Jimmy Morales del Ejecutivo, la secuela del aquelarre político de Los Amates fue la promesa de resucitar la denominada ley vaquitas, la nefasta y altamente destructiva propuesta de amnistía para los ganaderos, que buscaría perdonarles sus delitos de lavado de dinero y de evasión de impuestos y, en general, que representaría disposiciones legislativas para ofrecer impunidad a uno de los sectores delincuenciales de cuello blanco más oscuros y agresivos de Guatemala. La aprobación de esa propuesta materializaría la orgía de impunidad y del crimen organizado victorioso, que encontraría en la nefasta etapa final de la gestión de Jimmy Morales su clímax más obsceno.

Jimmy Morales declaró su apoyo a la que quizá es la más descarada y explícita narcoley de toda Latinoamérica. Repitió que él comenzó su lastimera carrera como vendedor informal de plátanos y plásticos en el mercado de La Terminal. ¡Todo un champion de la informalidad y de la evasión de impuestos! Me pregunto si, aun con semejante posición, sectores como los industriales y otros empresarios continuarán dándole vueltas a su dilema entre mantener o no mantener su apoyo a Morales vía un supuesto diálogo nacional.

También me pregunto si, además del sector privado organizado, ¿estará el Congreso de la República (excluyendo, por supuesto, a la oficialista bancada de FCN-Nación) considerando seriamente volver a insultar a la ciudadanía con la aprobación de la nefasta ley vaquitas, tal como lo hizo con los dos decretos con los que intentaron modificar el Código Penal?

De verdad espero que el Congreso haya aprendido la lección y no repita la estupidez. Muchos diputados buscan corregir su error, así que más les vale no embarrarse de nuevo con la ley vaquitas. Y a la ciudadanía, más le vale ver con toda claridad la calidad de delincuente que es Jimmy Morales, ahora apoyado nada menos y nada más que por los narcoganaderos. ¿Quién se anima todavía a defender a Morales?

Fuente: [https://www.plazapublica.com.gt/content/jimmy-y-sus-narcoganaderos]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

José Ricardo Barrientos Quezada
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