Ayúdanos a compartir

EL PLATO DE LENTEJAS
(consideraciones sobre nuestro ser interior)

Solamente siendo capaces de cambiar nuestros condicionamientos a voluntad y libremente, cobrará vida nuestra conciencia. Y con ella nuestra verdad y nuestro poder de decisión, para permitirnos cambiar nuestras circunstancias, mutando así nosotros mismos.

Y, eso amigos es aquello a lo cual habremos venido, y por lo cual existimos; aquello que nos corresponde vivir de acuerdo a nuestra realidad y nuestras circunstancias; aquellas que nos hacen únicos durante nuestra existencia.

Vivir nuestra verdad, esa que nos hace únicos, no aquella de cualquier otro, sino la nuestra. Con coraje y valor, libremente; con todo nuestro poder de decisión (que es aquello, que nos caracteriza como dioses)

De lo contrario, existirás únicamente complaciendo doctrinas, religiones, terceras personas, y en fin, el sistema en general en su verdad. Sacrificando la tuya, que es tu única manera personal de vivir. Vivir en tu verdad, en donde tú tienes el control, en donde tú reinas como soberano, compitiendo con otras verdades dentro del sistema y con aquellas del sistema mismo, pero no así conforme lo establecido en la tuya, defendiéndola, cumpliendo exclusivamente con tu persona (cumple contigo primero, luego pídeselo a los demás, sin jamás comprometerte con otras verdades, sacrificando la tuya) aceptando libremente sólo aquellas verdades que tú desees creer, combatiendo las imposiciones sin aceptar jamás presión alguna de nada ni de nadie, siendo tú mismo, con el estilo de vida, como dicta tu verdad, siempre fiel a ella ,viviendo tu propia vida.

Y cuando no vives conforme lo establece tu verdad, vives conforme lo establece la verdad de cualquier otro, cuando no tienes el valor de defenderla, o cuando ni siquiera tú la conoces. Vivirás entonces cualquier otro verdad, mas no la tuya, cualquier otra realidad, mas no la tuya; atado siempre al qué dirán, al mercantilismo, al sistema, premio, castigo, infierno, cielo; la vida de cualquier otro, etc.

Y entonces, mis hermanos: habremos existido como lo desearon otros, como lo deseó el sistema, entregándole tus años productivos al mismo, dócilmente.

Mas no habrás vivido tu vida (con todos sus yerros y aciertos) sino aquellas verdades que te impusieron todo el tiempo y que negociaste por la tuya, aceptando ciertas concesiones, tal vez. Para finalmente terminar en una existencia vacía, que jamás fue la tuya y sin haberte probado, sin que jamás conozcas si tu verdad funciona para tu especie, si tu manera de decidir es la correcta, si tu manera de conducirse es correcta o si así lo hubiese sido: tu manera de vivir.

Y ese será tu verdadero castigo, tu verdadero infierno, el poseer tan solo una verdad a medias, nunca probada y jamás tener una nueva oportunidad de haber sido alguien, porque ni tú conoces la respuesta de quién pudiste haber sido si hubieses tenido tan solo el valor de vivir  tu propia vida y probarla, defendiendo tus verdades en el sistema, puesto que no tuviste el valor para vivirla bajo esa verdad única, con esas circunstancias igualmente únicas, en un espacio tiempo (que te incluye a ti) único, y que todas estas características únicas te hacen tan particularmente único, en todo el resto del universo, y que habrás de pasar el resto de toda tu otra nueva existencia (si la hubiere, pudiendo cambiar, por cierto, todos tus cupones de felicidad tal y como lo ofrece el sistema, por haber negociado tu verdad y tu vida, junto a tus años productivos, por tu seguridad y en caso de cerca del noventa y cinco por ciento de la población mundial, exclusivamente por su subsistencia, durante cortos promedio ochenta años) lamentándote y clamarás por otra nueva oportunidad que jamás llegará, de ser probado por los procesos de evolución dentro de la diversidad, y de poder determinar de aquello que pudiste ser capaz.

Pero, tristemente, aquel poder de decisión (que te hacía como a un dios) para poder cambiar tus circunstancias, aquella vida de rey del que obedece tan sólo a sí mismo, a aquello establecido por su propio reino, a su propia verdad, un día de todos decides cambiarlo todo por un mísero plato de lentejas.

(Ensayo)

siracusa777.blogspot.com