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Era un día templado y fresco. Las bellas aves en los árboles y la jacaranda en flor gritaban la primavera; el invierno, como una sombra, quedaba atrás.

Llegué al centro del bosque, era todo un sueño, agradeciéndole al extenso cielo azul por brindarme la oportunidad de observar el proceso de cambio de la naturaleza y el bosque cantándole a su alteza, la bella primavera.

Mis oídos escuchaban una melodía sinfónica, música ambiental que el bosque creaba para mi. Mi mente se perdió en la ternura del suceso que mis ojos fríos, con llamas azules, observaban. Cuanto más caminaba, más me acercaba a la música, mis oídos eran el público de su grato concierto y mi alma se sentía agradecida y satisfecha.

Los rayos de sol penetraban muy lejanamente en el corazón del bosque, dejado que mis pupilas observaran directamente el extenso cielo.  Sentado en un pedazo de piedra, un pequeño trovador tocaba sus dulces ramas y sus hojas frescas expresaban dulces notas llenas de pasión, y el trovador calladamente las convertía en devoción.

En mi corazón fluía un hermoso ritmo lleno de admiración hacia la hermosa primavera, las partituras que expresaba el bosque abrazaban mi ser con una melodía natural y un aroma a flores que abrigaba mi cuerpo desnudo.

En ese momento, mi alma sentía que en mis sentimientos crecían bellas flores de las que brotaban esperanzas.

Mis ojos podían observar a lo lejos como el sol danzaba sobre el bosque cálido, e invitaban a las aves  a bailar con las notas perfectas que componía el trovador, un árbol muy viejo pero con alma de ruiseñor.

Sentimientos ocultos expresándolos a través de bellas notas donde el cantar del bosque anunciaba la bella primavera, sólo con una mirada yo ya me sentía enamorado y avergonzado por no haber charlado con ella antes de haber danzado.

Una lágrima corrió sobre mi rostro dejando mojada mi mejilla pero la primavera con su aliento a flores dulces secó mis pupilas, la felicidad transformada en hecho reales abarcaba mi alma para que más me enamorara, mi alma sentía sensaciones extraordinarias las cuales yo pensaba que no eran reales, mi cuerpo se convertía en corteza, mis brazos eran ramas con hojas tiernas y verdes, y de mi corazón nacían bellas flores rosadas; la magia de la primavera reencarnaba en mi alma convirtiéndome en un árbol más para esperar la próxima primavera y ser el privilegiado trovador que cante mi pasión.

Título: EL CANTAR DEL BOSQUE
Autor: Ceuleman Villacinda (Guatemala)
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